La liberación de Javier me ha hecho pensar en un tema que no es la primera vez que se toca por aquí.
Es evidente que cuando todos los proyectos que sobrepasan cierto nivel de complejidad, que como mucho podría clasificarse como medio, terminan convirtiéndose en trampas casi mortales para los que los desarrollan, hay algo que falla.
¿Dónde está el problema?
Lo más sencillo es recurrir a la respuesta de siempre: los comerciales (consultores, jefes de proyecto, quien sea) venden cosas sin saber lo que venden, y por tanto, sin saber lo que supone desarrollarlas. Cierto, pero sólo en parte.
No creo que haya un problema generalizado de ignorancia, sino de desconocimiento. Y aunque no lo parezca son cosas distintas.
La tecnología avanza, los conocimientos y experiencia de los desarrolladores crecen, y lo que hasta hace poco era imposible de hacer por un equipo de menos de 10 o doce personas empieza a ser realizable por uno o dos desarrolladores con una buena capacidad de abstracción y un buen dominio de la programación orientada a objetos.
Las herramientas también han mejorado, se han desarrollado frameworks en los que apoyarse, ya no hay una necesidad perentoria de reinventar la rueda en cada nuevo proyecto.
Pero esa capacidad para realizar desarrollos más ágiles, más reactivos, más proclives al cambio, en defninitiva más grandes, más extensibles y más estables, encierra en sí misma una trampa. Podemos hacer más, mucho más que antes, y eso hace que lo que hacemos se valore mucho menos, sobre todo en términos de esfuerzo.
Parece que somos capaces de hacer cosas mucho más complejas que antes, y que somos capaces de hacerlas con mucha mayor facilidad. Y en realidad muy poca gente en "el negocio" sabe lo que encierra desarrollar cualquier aplicación que vaya más allá de una simple web presencial, el esfuerzo y el nivel de abstracción que se precisan. Y eso también nos puede estar matando.
Eso y que hay quien se empeña en pretender desarrollar un Mercedes por el precio de un seiscientos, claro.