intrascendencias

Henri (léase angggrí) es una Canon FT-QL, una cámara que estuvo en producción entre los años 1969 y 1972. Monta un objetivo de 50mm, que abre entre f/1.4 y f/16 y puede disparar a velocidades de hasta 1/1000 segundos.

Es una cámara bastante pesada, sobre todo en comparación con la Nikon D50, pero que, pese a lo dudoso de su procedencia (la compré en ebay casi regalada, sin funda y sin tapa para el objetivo), hace unas fotos estupendas, con un ligero viñeteo en la parte derecha que las da cierto encanto.

Por ahora, salvo un primer carrete de prueba en color, sólo  estoy disparando con ella carretes de blanco y negro. La película que he estado utilizando es la Kodak Tri-X de 400 ISO, que para mi gusto da una gama de grises fabulosa , y que da a las fotos una textura casi lechosa, con un grano del tamaño justo.

La sensación que da tener la cámara en la mano es muy satisfactoria. Como he dicho, pesa bastante, pero eso también produce cierta sensación de solidez, y el sonido de la cortinilla es sencillamente atronador.

El manejo no tiene nada que ver con la Nikon digital. Sé que es obvio, pero esta cámara no enfoca sola, así que, o se recuperan viejos trucos para hacer enfoque predictivo, o se toma uno todo el tiempo del mundo para que la foto le salga fina.

Cuento todo esto, ni por ganas de chulear de cacharrito, ni por pedantería de “como en carrete nada”, sino por dos razones:

1. El diámetro de la rosca frontal del objetivo es de 48mm, medida bastante chunga para encontrar un polarizador a estas alturas de la vida. Pendiente de una visita al rastro, donde hay de todo, si alguien tiene algún filtro de ese diámetro en algún cajón, pues que no le dé vergüenza, y lo diga.
2. Imagino que antes o después colgaré alguna foto de las de esta cámara. ¿Cómo? Pues con un scanner de negativos que está en camino...

Para más información, y detalles trénicos, véase , si se desea, la página correspondiente en el museo Canon.