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¡Ahí no! (I)

Inauguramos, con todo el bombo y el boato del que somos capaces, una nueva sección, dedicada a mostrar los horripilantes lugares en los que hemos visto colocada una bandera.

Me temo que por ahora el objeto de nuestro pavor en cuestión será la de la patria indivisible, pero como seguimos las enseñanzas de nuestro abuelo, hombre sabio, que decía que lo que para unos es trapo para otros es bandera, no descartamos realizar alguna entrada especialmente dedicada a algún otro trapillo.

Bien, pues si primero va el planteamiento y después el nudo, ha llegado el momento de dar la primera localización espeluznante de los colores patrios (redoble, por favor):

Construida con cuatro coleteros (dos rojos y dos gualdas), y colocada con mimo en la empuñadura de la porra de un guardia de seguridad en el metro de madrí (sí, perteneciente a la empresa que patrulla con perros).

Desenlace: la serie seguirá. Por desgracia.