Los horarios laborales
Una vez cumplida la obligación, toca centrarse en la devoción (dicho de otro modo, toca volver a sembrar el caos bajando el nivel de los contenidos de la güez hasta más allá del cumplimiento del deber).
Este señor, por el que profesamos una devoción similar a la que podemos sentir por el Sr. Luppi, el Sr. Loach, el Sr Strummer o el Sr. Bartos, vuelve a dar en el clavo en el chiste de El País de hoy (chistes que tienden a ser editoriales más que meras viñetas).
Con mi dedicatoria especial para todos aquellos que se sientan identificados. Con acritud.