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Y ya que hablamos de delincuencia...

Una linda historia de un señor al que le entraron los cacos (con su antifaz, su gorro de lana y su camiseta de rayas horizontales) en casa, y no le quitaron la Leica que estaba encima de la mesa.

Claro, que como ya he destripado el final, igual hace menos gracia. Se siente.