Primavera, verano, otoño, invierno...
...Y primavera.
El mensaje está claro, creo. La existencia del ser humano es cíclica, no hay nada que pueda cambiar el ciclo vital del ser humano, y los sentimientos posesivos y obsesivos pueden llevar al hombre a su autodestrucción.
La película se desarrolla en un escenario natural cuya grandiosidad puede interpretarse como un personaje más, y la falta de diálogos ayuda a mantener el ambiente de espiritualidad y misticismo.
Al menos, esa es la teoría, y la idea previa con la que afrontaba la película.
En la práctica, no le he visto ni pies ni cabeza, ni grandiosidad natural ( desde luego, nada que se pueda comparar a "Todas las azafatas van al cielo", por ejemplo, película que explota el poder de la naturaleza como ninguna ), ni misticismo, ni una fotografía especialmente hermosa.
Sé que con este tipo de películas sólo pueden pasar dos cosas:
a) Te encanta.
b) Te quedas con cara de tonto.
Hoy, ha tocado la b.