Ya decía yo...
Llevaba yo un rato notando como que me deslizaba hacia el absimo, que me quedaba sin pensión, que algo se rompía, y no sabía porqué podía ser.
Y de repente, he notado una sacudida: ¡claro!. ¡Se ha aprobado el nuevo Estatuto de Autonomía de Catalunya en el Congreso!.
Entonces me he lanzado a la calle, a ver si el caos se había apoderado de España. Pero o el caos es muy parecido a lo de todos los días, o me ha engañado pérfidamente, porque yo he visto más o menos lo mismo de siempre: ni un árbol en kilómetros, ni un sitio para aparcar, los precios de los pisos por las nubes, los sueldos por el suelo...
A lo mejor es que no he sabido reconocer el advenimiento del fin del estado. Son ya tantos años sin verle el pelo a ese señor, que ¿cómo se puede saber si se ha marchado?
Es la hora de ir a la cama, y tengo miedo de que mañana, cuando me levante, nada vuelva a ser como antes. Si es que puedo dormir, claro, porque seguro que además de romper el estado han lanzado alguna plaga de insomnio, para que los españoles de bien no podamos dormir, mañana no rindamos en el trabajo, y nos pongan a todos de patitas en la calle, acabando así no sólo con el sistema de pensiones, sino con nuestra economí y nuestro bienestar de un plumazo.